En México, una parte de la electricidad que llega a nuestros hogares se produce en centrales térmicas, mediante la quema de combustibles fósiles, y en centrales nucleares, que producen residuos radiactivos.
La contaminación asociada al uso de la energía eléctrica varía de forma sustancial entre unos países y otros, en función de las características del sistema de producción y distribución de energía. Simplificando, la energía eléctrica que consumimos es más limpia cuanto mayor sea la proporción de renovables utilizada para generarla, y más sucia cuanto mayor es la participación de los combustibles fósiles en su producción.